martes, 21 de julio de 2015

escritora frustrada

Creo que todos los lectores asiduos llevamos un escritor dentro de nosotros. La diferencia entre los escritores famosos y nosotros es que ellos tienen esa habilidad potenciada y nosotros la tenemos apagada o fuera de cobertura en estos momentos.
Algunos lectores nos atrevemos a hacer nuestros pinitos creando entradas en un blog. Otros intentamos hacer pequeños relatos. Los más osados se atreven con un libro. Yo empecé con el libro pero lo tengo en stand by... ahí lo tengo... esperando a ser acabado. Pero mis periodos de inspiración son muy oscilantes así que hasta que no me vuelva otra vez la inspiración me desfogo con las entradas del blog.
Os preguntareis si he intentado hacer un pequeño relato. Pues no, pero para eso estoy haciendo esta entrada. Hoy me he levantado algo más inspirada pero no del todo para continuar con el "gran libro" así que voy a escribir un pequeño relato de un sueño que he tenido (o sea, que no ha sido inspiración sino un sueño lo que me ha hecho escribir jeje).
Pues ahí vamos. Espero que os guste y sobretodo espero comentarios al respecto tanto si os ha parecido una obra maestra como lo peor que se ha escrito en todos los siglos que llevamos con la escritura.

"Había llegado a la cafetería donde habían quedado. Lo había conocido en una red social y estaba muy nerviosa ya que era la primera vez que lo vería en persona. Durante muchos meses se habían estado escribiendo cada día durante horas. Compartían muchas aficiones y se pasaban horas hablando y discutiendo sobre muchos temas.
Un día ella se atrevió y le propuso de quedar para conocerse en persona. Quedarían en una cafetería del centro para tomar algo y conversar. Después cada uno se iría por su lado, pero se habrían dado la oportunidad de conocerse físicamente y compartir un rato agradable. Él aceptó de inmediato y acordaron quedar la tarde siguiente en la cafetería junto a la parada del tren  a las cinco de la tarde.
Había llegado muy pronto a la cafetería porque había salido de casa también muy pronto. Se estaba poniendo muy nerviosa en casa y optó por ir dando un largo paseo por la ciudad.
Al llegar a la cafetería vio una mesa junto al cristal y decidió sentarse allí para poder observar a los transeúntes caminar.
Siempre llevaba consigo un libro. Le encantaba leer. Era una de las aficiones que compartía con él. Y habían quedado que para reconocerse llevarían un libro de la saga que se estaban leyendo juntos.
El camarero se acercó a ella y le pidió que quería tomar. Ella le pidió un refresco y observó como se alejaba hacía la barra mientras cogía el libro y lo abría por donde tenía el marca páginas. Se puso a leer mientras esperaba que él llegara. El camarero le trajo el refresco y ella le dio las gracias.
Cuando leía solía evadirse tanto que perdía la noción del tiempo y el espacio donde se encontraba. De golpe sintió que alguien le saludaba.
- ¿África?
Ella levantó la vista del libro y se quedó mirando al chico que estaba de pie junto a la mesa.
- Sí, soy yo. Tu eres Dani ¿verdad?
- Sí. Hola.
Se quedaron unos segundo callados sin saber que hacer. Les había dado mucho corte y no sabían como reaccionar. Al final ella le pidió que se sentara.
- Yo me he pedido un refresco, ¿quieres algo?
- Pues...me tomaré lo mismo que tú.
Miraron hacia la barra para llamar al camarero y le pidieron el refresco. Después, tras un rato algo tenso se pusieron a hablar del libro que estaban leyendo. La conversación se hizo más fluida y al cabo de un par de horas ya hablaban como lo hacían delante del ordenador.
Decidieron dar un paseo y visitar una librería muy grande que había cerca de la cafetería. Los dos se sentían muy cómodos y no paraban de charlar y reír. Estaban compartiendo una tarde muy agradable e intensa. Cuando llegaron a la librería la recorrieron mirando muchos de los libros que estaban expuestos. Estuvieron comentándolos, mirando las sinopsis de algunos y haciéndose recomendaciones mutuas. Al final escogieron un libro cada uno y se lo compraron.
Salieron de la librería y volvieron a dar una vuelta mientras continuaban hablando. Parecía que se conocían de toda la vida y la vergüenza había desaparecido.
Llegó el momento de la despedida pues se había hecho bastante tarde para regresar a casa. Se miraron a los ojos y con una sonrisa en los labios se dieron un fuerte abrazo y un beso en la mejilla. Quedaron en repetir la experiencia pues había sido muy gratificante por las dos partes.
Ella se encaminó hacía la parada del autobús que le llevaría a casa, recordando los diferentes momentos vividos junto a Dani.
Sonreía mientras iba caminado. Le había encantado compartir esa tarde y se prometió a sí misma que no sería la última, si él quería, claro estaba. "

Bueno... hasta aquí me pequeño relato. Espero que os haya gustado y deseo fervientemente vuestros comentarios.

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